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El Teatro Cervantes cuenta con un aforo de 1.134 localidades, que se distribuyen según la zona en:

638 tipo A, que corresponden al Patio de butacas, Plateas y Palcos de Primer piso

131 tipo B, que corresponden a Palcos y Butacas del Segundo piso

217 tipo C, que corresponden a Butacas del Tercer piso

136 tipo D, sin numerar, que corresponden a las gradas del Paraíso

12 butacas en el Palco principal ubicado en el Primer piso

En la mayor parte de sus asientos la visibilidad es muy buena, aunque siempre hay algunas localidades que ven limitadas la línea visual con el eje del escenario. Nos referimos a las localidades marcadas en color rojo, donde se encuentran unas columnas que se interponen en la segunda fila de asientos del segundo piso.

Desde las butacas del Teatro Cervantes de Málaga se pueden ver todo tipo de obras y funciones de muy distintos géneros, tendencias y corrientes escénicas. Una programación muy rica y continua en cultura global, dando respuesta al panorama artístico emergente que necesita alzar la voz y que precisa de un espacio donde dar a conocer su arte.

En su escenario el Teatro Cervantes los clásicos se mantienen vigente para no olvidar las raíces de la literatura para que no se vuelva tonta la gente y al mismo tiempo se da paso a la modernidad que tan compleja va evolucionando y que pedagógicamente hay que ir intercalando para transmitir una pedagogía neuroplástica sin traumas.

En el orden arquitectónico sus formas de enorme herradura envuelve perfectamente la excelente acústica generada por la concha instalada en su escenario.

Entre las obras ya representadas queremos destacar «Que salga Aristófanes» representada por «Els Joglars», una genialidad que da herramientas al espectador para diferenciar entre quienes defienden los límites de la moral y de otra parte de quienes defienden la nueva moral de las redes sociales en contraposición para poner límites adoctrinando.

La obra recrea un sanatorio mental donde los pacientes ensayan una obra recreada por un catedrático/director cree encarnar al mismo Aristófanes que encarga el humor tradicional pero sátiro y cómico, pero los pacientes se vuelven extremadamente libertinos y punzantes en sus ideas, que están en contra de la corrección política y de la moral que impera en el momento.

Un arma de doble filo que sacudirá las butacas mostrándose sin envoltorio alguno, para que el espectador pueda descubrir otra realidad insospechada. Un estilo agresivo, satírico y tal vez demasiado mordaz en contraposición de quienes prefieren un teatro más laxo para no herir ni hacer daño, es decir, usar una pedagogía camuflada infantilizada.

La propuesta que Els Joglars presenta, pretende reivindicar la libertad del arte en un momento en que está siendo víctima de una sociedad sobreprotectora.