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La resiliencia es un término que está muy de moda hoy día, que significa «la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos». Si este concepto lo trasladamos al mundo del espectáculo y específicamente a las butacas de un teatro como equipamiento, entonces diríamos que la resiliencia de una butaca de teatro es su capacidad para resistir fundamentalmente en su tapizado un uso intenso sin que su superficie se deforme o deteriore.

Pero para entender este concepto mejor sobre una butaca de teatro, habría que hacer una comparativa entre los diferentes tejidos que existen en el mercado, así como los materiales internos de que se compone la butaca y el sistema de montaje utilizado. En general y haciendo un análisis exhaustivo entre los principales tipos de tejidos usados para el retapizado de butacas, podemos decir que el poliéster es hoy día el componente más utilizado en los tapizados para butacas.

La resiliencia pues en los retapizados de butacas para cines o teatros, la buscamos en su capacidad de tracción en sentido longitudinal y transversal, encontrando que, en la mayor parte, dicha resistencia es más elevada por urdimbre que por trama. Pero esto puede tener un incoveniente, ya que las fuerzas laterales por pocas que sean terminan produciendo elongaciones en el tejido.

Hay que tener cuidado a la hora de elegir el tipo de tejido, ya que una gran parte de estos se lanzan al mercado presentando una resistencia por urdimbre muy superior a la de trama, cuya diferencia se podría considerar anormal, lo que perjudica la durabilidad del tejido al uso. En este sentido los tejidos que utilizamos para el retapizado de butacas tienen una estructura más homogénea en cuanto a la urdimbre y trama.

Para que un buen retapizado de butacas sea duradero, tanto el textil elegido como la forma de retapizarlo son primordiales. Por tanto no solo se usa mayormente el poliéster por su resistencia a la tracción, también por su facilidad para la limpieza y la coloración, ya que también influyen en la vida útil del mismo. Unido a esto y para que quede el tejido perfectamente fijado el tapizado al bloque de espuma, se emplea un adhesivo potente, pero además se emplea el método de capitoné, que consiste en una serie de fijaciones que retraen el tapizado hacia la parte posterior del respaldo, lo que se consigue una sujeción más resistente de la tapicería, dando como resultado un tapizado más resistente.

Con todo lo dicho y teniendo en cuenta que dependiendo del lugar al que vaya destinado el tapizado, se pueden catalogar asociando ciclos de martindale con el destino al que vaya a ser utilizados.

Si hablamos de ciclos de Martindale en función de los diferentes tejidos para el retapizado de butacas, hay que tener presentes las siguientes referencias:

Menos de 10.000 ciclos Martindale.

Se pueden considerar telas aptas para tapicería decorativa, cojines, colchas, etc…

Entre  10.000 y 15.000 ciclos Martindale.

Uso residencial ligero, recomendado para piezas auxiliares, tipo butacas descalzadora y pufs.

Entre 15.000 y  30.000 ciclos Martindale.

Uso residencial moderado, apto para cualquier tipo de pieza de uso diario, butacas, sofás, sillas, cabeceros, etc…

Entre de 30.000 y 50.000 ciclos Martindale

Uso comercial intenso, aptas para lugares de pública concurrencia, sometidas a un alto tránsito.

En el mercado también podemos encontrar telas con más de 50.000 ciclos ,  pero el comportamiento de una tela de 80.000 / 100.000 ciclos es prácticamente el mismo que una de 50.000, son muy pocos los casos en los que podemos realmente llega a apreciar la resistencia de este tipo de tejidos, quizá en automoción si se pueden llegar a dar este tipo de casos, autobuses urbanos o salas de congresos con un altísimo transito, pero nunca en tapicería decorativa.