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El nombre de antimacasar viene de la Inglaterra Victoriana del siglo XIV, donde los hombres de cierto estatus que cuidaban su cabello, usaban una loción aceitosa llamada Macasar. Pero este hábito hacía que al posar la cabeza en una butaca o asiento, el reposacabezas quedara manchado por esta loción. De ahí que se hicieran pequeños tapetes de ganchillo inicialmente para que la cabeza no dejada las manchas sobre la butaca.

Hoy día en butacas como la de los trenes, aviones o incluso en algunos teatros, cines o auditorios, podemos ver este tipo de paños llamados antimacasar. Es lógico pensar que a lo largo de estos últimos 7 siglos, la industria textil haya avanzado lo suficiente como para producir este tipo de paños textiles con el mismo estilo.

En la actualidad cuando nos sentamos en una butaca de auditorio como la que observamos en estas fotos tomadas insitu en el Auditorio de Huesca, no solo vemos un antimacasar que protege la butaca, sino que al mismo tiempo ofrece una imagen corporativa del evento.

Este tipo de cubierta textil sobre el reposacabezas de una butaca sirve también para preservar la higiene y evitar que las personas que se hayan sentado dejen restos orgánicos que pudieran provocar algún contagio bacteriano a otras personas, de ahí que los antimacasares que se colocan tanto en los eventos de un auditorio, como es el caso de «Día Internacional de las mujeres Rurales» o en butacas de otro tipo de espacio de ocio o transporte lleven un componente antibacteriano.

En el mercado también los podemos encontrar como «fundas de cabeceros», que si bien el material que se utiliza muchas veces es la friselina, que por ser barata y práctica, directamente se la puede descartar cuando está sucia. También es muy usado el TST o tejido sin tejer, que directamente es descartado una vez se ha ensuciado, siendo los antimacasares de algodón casi inexistentes hoy día ya que tenían que lavarse con frecuencia para ser reutilizados.

En este caso, como podemos observar en la foto del Auditorio de Huesca, los antimacasares son bolsas de algodón, ¡¡ sorpresa !!, regaladas como publicidad merchandising a los asistentes al encuentro, personalizado expresamente con los logotipos y datos del propio evento.