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Cuando nos planteamos cuestiones complejas, nuestro cerebro tiende a estructurarse, a formar más conexiones neuronales, así es como la neuroplasticidad mantiene vivo y en forma nuestro cerebro. En una actualidad maniqueada por lo artificial y lo virtual, no son muchos los que caen en la cuenta de que depender mentalmente de lo externo acaba con el tiempo por mermar las facultades reflexivas. Por ello cuando se abren los telones en un teatro es como si se abriesen las compuertas de un gran embalse, regando de vida todo aquello que alcanza y distribuyéndose en múltiples afluentes.

Porque el teatro tras subirse el telón siempre tiene mucho que ofrecer, como por ejemplo la propia oratoria de los actores, que utilizando diferentes técnicas de expresión pueden ayudar a cambiar el ritmo de la trama tan solo con modificar la voz para dar importancia con el susurro y al mismo tiempo serenidad, entusiasmo cuando se acelera la dicción o buscando un tono intermedio entre el humor y la sátira sin llegar a ser demasiado histriónicos, más bien orientándolo hacia una retórica inspiradora.

Esta retórica inspiradora es la que termina por invadir al espectador, seducido por la maestría de los actores que apelan a la razón y los sentimientos de los que asisten a la obra, como buenos maestros en un segundo término y actores en un primer orden, viven el momento de quienes se suben a un escenario con la paradoja de no saber que lo son. ¿En qué momento son uno u lo otro?, realmente cuando alcanzan la maestría no se diferencia, se fusionan en una sola cosa con total naturalidad.

Más por otra parte el actor en edades tempranas como es en la adolescencia a nivel formativo, ve cómo las actividades teatrales en su ámbito educativo les proporciona un acercamiento a los umbrales de lo terrenal y a la vez lo imaginario.

Como arte escénico, el teatro siempre ha propuesto ampliamente experiencias al borde de la realidad con una exposición ambivalente movido entre normas , formalismos e improvisaciones pero también prescindiendo de algunas de ellas cuando es necesario, dándole la oportunidad al actor del cambio personal y de quienes les rodea en el momento preciso.

Cada vez que se abren los telones de un teatro es significativo de que muchas personas que prueban a formarse en esta disciplina aunque sea por poco tiempo y a un nivel básico, notan cómo algo ha cambiado en su carácter, logrando una visión más holística de la vida al salir de su mundo por unos momentos. Es sin duda una oportunidad única para adquirir habilidades sociales.