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Con la globalización y la expansión de los medios de comunicación en múltiples y diferentes formas, el teatro ha ido sufriendo un retraimiento en favor de otras alternativas de ocio. De ahí que el telón de un teatro cueste más levantarlo para atraer a un público cada vez más diversificado, exigente y quizás hasta extravagante por la nueva oferta emergente.

El crecimiento de la población y su diversidad cultural demanda más ocio, lo que conlleva la necesidad de creación de un nuevo teatro, dejando entrever cada vez más las ideologías, mantras y paradigmas que quieren hacerse visibles.

El teatro que cuesta menos no tiene por qué ser de baja calidad, a pesar de los mensajes reivindicativos, muchos microproyectos son objeto de observación por parte de la crítica, siendo una referencia para convertirse en espectáculos mayores. Pero esto no siempre llena el caudal de cultura necesaria para hacer crecer el teatro como quisiéramos.

A día de hoy y tras el paso de lo más duro de la pandemia, el teatro formal de calidad aún no ha despertado por las limitaciones de aforo que están aún instauradas, en su lugar se ha desplegado una programación variopinta con precios populares que ofrecen espectáculos alternativos.

Uno de los pilares del teatro emergente que irrumpe con fuerza se debe e otras voces que quieren hacerse visibles desde las salas alternativas, un fenómeno que en apariencia puede resultar un tanto friki, pero que si sabemos buscar podemos encontrar grandes perlas escondidas en lugares insospechados.

Este nuevo teatro ya surgió sobre los años 80, aunque en los últimos 10 años con la visibilidad de nuevas culturas en nuestra sociedad, un teatro alternativo que ha ganado en espacio, haciéndose un hueco al llegar a más gente, construyendo un teatro comprometido con la actualidad más candente, sin derroches, basado en el actor, buscando nuevas dramaturgias, comedias y propuestas escénicas sin perder calidad artística y una más eficaz relación con el público.

En este nuevo enfoque, el teatro inmersivo gana espacios en cualquier lugar, sin reglas y de manera espontánea, gana más taquilla a unos precios donde no se necesita tantos artificios técnicos.