El teatro es uno de los exponentes más neuroplásticos que podemos sentir cuando nos sentamos frente a sus telones, nos hace experimentar una catarsis desde cualquier patio de butacas.
Cuando la expectación es máxima y en el centro del escenario es iluminado se ve germinar las más variadas excentricidades del ser humano, las ironías y comedias que hacen llegar al espectador lo peor y lo mejor de las personas.
En este caso queremos reseñar en este artículo aquellas obras teatrales que cuentan las historias de personajes que derrochan desmesura. Porque el teatro es el medio más poderoso para transmitir ideas, imágenes, sonido, movimiento, sentimientos, un cóctel perfecto para que las mentes absorban el mensaje de que el mundo necesita un equilibrio natural y de que todo tiene un final.
El despotismo por vivir es una obra de teatro que nos recuerda la antesala del nuevo canibalismo digital que consumen a las personas con una hubris por pretender entender que su realidad es la única existente, de tratar el mundo como una extensión más de su propia mente y pensamientos.
Lo bueno que tiene el teatro es que tras sus telones se pueden crear infinidad de dimensiones perceptuales para la gran diversidad cognitiva de muchas personas que tarde o temprano claman por encontrar razones y señales que les dé un sentido a sus vidas.
El teatro es un reformador de la ciudadanía, en un tiempo donde los valores se cambian por bits y el poder se pone en venta a golpe de teclado, potenciando la arrogancia de mentes saciadas por lo banal y el hedonismo, creando monstruos omnipotentes, mitómanos e iluminados de surrealismos que lo único que conducen es a una desconexión total con el mundo.
Obras de teatro como «El despotismo por vivir» pone sobre el tapete la vida de una persona que ha vivido con desmesura, viviendo en todas partes menos en ella misma, endiosándose e idealizando su propio mundo y vida sin aprender ni compartir de y con demás.
Al final de sus días, clama por una muerte digna y busca en sus momentos finales cuál ha sido el sentido de su vida de forma desesperada ante la apremiante plácida noche que esconderá la luz para siempre.
El temperamento satírico desmesurado llena de hubris aclarando siempre la dicotomía y la existencia del genio y el infame detrás de una misma máscara.