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Desde una edad temprana, la infantil, el cine muestra estilos de vida y forma actitudes, renovándose conforme pasan los años. El cine en sí marca tendencias al igual que la moda, propone pautas en todos nosotros, pero en los niños y niñas tienen un poder diferenciador mucho mayor que en las personas mayores.

Desde que el cine ha evolucionado no ha dejado de sorprendernos una y mil veces, no solo a nivel narrativo, también con un equipamiento más moderno y seguro. Desde una butaca más cómoda, un alzador infantil o las nuevas formas de visionado y sonido, el cine ha actuado siempre como un modelo conformador de actitudes.

Hoy en día, el cine ha legitimado conductas y percepciones de la realidad que antaño provocaban el rechazo o la discrepancia de la mayoría de la población. Ante esta crisis en la educación y en los valores, el cine adquiere cada vez más protagonismo como instancia educativa de los jóvenes.

Antaño el cine creó tendencias y actualmente lo sigue haciendo, por ejemplo, allá por el año 1951 Marlon Brando popularizó el uso de la camiseta, ya que en su película «Un tranvía llamado deseo» aparecía el famoso actor con esta prenda de vestir.

Otro ejemplo lo tenemos con la película Rebbeca con la actriz Jean Fontaine que aparecía con una chaqueta de punto. Esta forma de vestir tuvo influencia en gran parte del mundo y en España llegó este estilo popularizándose la Rebeca como prenda de vestir.

Pero hoy día la moda ya está más bien saturada y pocas ideas pueden crear un concepto nuevo en cuanto a la forma de vestir. Hoy día el cine infantil se centra en aquellos valores como la amistad, la solidaridad, igualdad de género, la diversidad cultural, etc…

El cine es hoy —lo ha sido casi desde su nacimiento— el medio de educación informal más poderoso que tenemos, porque la representación de la realidad en los filmes es siempre viva y fuerte, emocionalmente dramática, y con habitualmente se acaba asimilando como una experiencia vivida análoga, sintiéndonos identificados.

A este suceso se le llama “transferencia de imagen o de personalidad”. Este proceso se alcanza cuando el espectador se pone en lugar del personaje, asume sus ideales y empatiza con sus emociones.