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Una cosa está clara, esta pandemia va a cambiar todos los paradigmas que teníamos sobre las formas de ocio, sobre todo a nivel de socialización en grandes masas, concentradas en grandes centros comerciales que ofrecían cine e incluso teatro. Ahora con internet y las plataformas de pago por visión, el teatro y el cine tienen que reinventar la forma en que ofrecen su oferta. Pero también hay que prestar atención al teatro y en la forma en que se va a emitir.

El cine quizás ya tenía creado el canal de exhibición a través de múltiples plataformas. Es el teatro el que tiene que convertir sus telones en la antesala a un menú variado en sus múltiples y diferentes versiones, de esta manera el teatro digital da una posibilidad real a actores amateurs y aficionados que han visto como modestas producciones ahora tienen la gran ventana de internet a la que asomarse.

El streaming nace con la idea de hacer teatro en directo para quienes quieren verlo desde cualquier dispositivo digital, ya sea en un móvil, un ordenador o una smart-tv. Aprovechando las RRSS, Youtube y otras plataformas digitales, podremos acceder a visualizar cualquier obra de teatro sin la necesidad de acudir físicamente a un teatro. La cuestión es si esta nueva forma de consumir teatro va a crear el mismo efecto de catarsis en el público como cuando se veía insitu.

Los telones para teatros seguirán abriéndose y cerrándose, con sus actores y atrezo, con la diferencia que en las butacas ahora hay cámaras emitiendo.

Mirémoslo desde otra perspectiva, antes cuando acudíamos al teatro teníamos enfrente el telón y los actores, proporcionándonos toda la fuerza expresiva de los actores con sentimientos y emociones en una posición abierta. A medida que los actores van girando van perdiendo posibilidades de comunicación con el público.

Aunque ahora con el teatro digital todo cambia, gracias a que la técnica audiovisual se encarga de situar estratégicamente cámaras detrás del escenario visualizando la comunicación expresiva y emocional de personajes que se cerraban posicionalmente en el escenario para ocultar emociones y dar mayor protagonismo a las acciones de otros actores.  Con esta técnica ahora se pueden ver detalles que desde una butaca de teatro antes no se veía.

La posición «cerrada» es útil para expresar actitudes de disconformidad, pero con la ayuda de los camarógrafos, iluminador, operador de control, microfonista, operador de audio, director de escena, etc… el teatro se convertirá en un verdadero plató de televisión 360 grados haciendo visible expresiones que antes no veíamos desde el patio de butacas.

¿Quizás estemos en el resurgir del teatro televisado?

Allá por el año 1961 se empezaron a retransmitir obras de teatro por televisión, recordándonos una infancia donde la pantalla en blanco y negro nos ofrecían obras de teatro como, Doce hombres sin piedad (Rose), Enrique IV (Pirandello), Antígona (Anouilh), Arsénico y encaje antiguo (Kesselring), entre otros. En octubre de 1965 comienza Estudio Uno, que alternará, a lo largo de sus veinte años de existencia, con Noche de Teatro, Teatro Club, Teatro de siempre, Teatro de humor o, más específicamente luego, Risa Española.

Son indudablemente los años dorados del teatro televisivo en nuestro país, que ahora ven como resurge de nuevo ante la inviabilidad de la realización de grandes producciones teatrales tal y como lo teníamos asimilado hasta ahora, por la reducción del aforo.