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Desde que los niños tienen unos 6 ó 7 años de edad, comienzan a desarrollar lo que se llama un periodo concreto hasta los 11 años donde utilizan un pensamiento lógico sólo en situaciones concretas. Aunque es pronto para que desarrollen su lado abstracto, el teatro es una opción para que empiecen a asimilar conceptos para vincular su lado lógico con el emocional. Pero a veces los elevadores emocionales o aquello que llamamos los estados de ánimos, pueden bajar o subir dependiendo de la capacidad que se tenga para valorar si podemos ceder parte de nuestro ego o no. Nuestro ego es el mecanismo de defensa que tenemos los seres humanos para defendernos ante un peligro, aunque a veces una sobreprotección del mismo por cuestiones banales puede llegar a generar una conducta disfuncional entre la lógica-emocional y la forma en que se expresa.

Estos elevadores emocionales se manifiestan con mucha facilidad en los niños, en modo enfado o tristeza cuando no comprenden determinadas situaciones o ante circunstancias que no saben gestionar. Las obras de teatros para niños son una asignatura que los colegios empiezan a potenciar más para enseñar a los niños de estas edades a reconocer y valorar las emociones.

Pero, ¿cuáles son los conceptos claves que se trabajan más para tener un nivel óptimo emocional?, a niveles educativos, el miedo y la paciencia suelen ser los precursores que inician la transmisión sináptica nerviosa en el cerebro de manera más notable. De ahí que el conocimiento narrado, comprendido y sintetizado sea el que se vincule con mayor eficacia ante una rápida respuesta del cerebro. Los pensamientos, que son invisibles, crean sentimientos que son detectables, usando los elevadores como un detector de sentimientos.

La falta de cultura emocional hace que las personas reaccionen ante lo nuevo de forma defensiva o agresiva, en lugar de con curiosidad. Tenemos la razón, el otro no. Tenemos la respuesta, el otro no. Queremos que las cosas sean del modo que consideramos que son correctas. Cuando no ocurre esto, es más fácil culpar que explorar lo desconocido. Si algo no encaja en nuestra imagen, lo invalidamos, en lugar de analizar la imagen. Con el teatro se pretende que los niños aprendan a reconocer esas emociones y a gestionarlas para conseguir una mente más estructurada que genere más conexiones sinápticas. De esta manera el sistema nervioso puede cambiar su estructura y su funcionamiento a lo largo de su vida con mayor facilidad, como reacción a la diversidad del entorno.

Para mantener un equilibrio adecuado de esos elevadores emocionales en los niños, se recomienda potenciar aquellas actividades que fomenten la creatividad como la música, las artes plásticas o la expresión corporal. Un alumno que asista a clases de teatro, música o danza, siempre estará más motivado hacia el aprendizaje de las restantes asignaturas. La creatividad activa la liberación de endorfinas en el cerebro y este hecho redunda en el aumento de la motivación hacia el aprendizaje.