Realmente poco podíamos imaginar en qué se están convirtiendo algunas salas de cines cuando vemos los cambios a los que se están viendo sometidos, no es una crítica, sencillamente la oferta se diversifica para una parte del público que busca la informalidad, todavía no muy extendida, pero ya veremos con el tiempo cual es su trayectoria. Los cambios referidos son los que algunos grandes exhibidores por ejemplo ya están haciendo parcialmente, sustituyendo las butacas estándares en las primeras filas de asientos por grandes sofás con cojines que nos recuerdan las comodidades propias de nuestro salón de casa. Si a esto le unimos unos metros libres delante de la pantalla con algún que otro juego en didatecnia, podemos asegurar a los padres y madres que la película puede llegar a pasar a un segundo plano, porque en estas primeras filas de asientos no harán falta los clásicos elevadores infantiles, pero eso sí, en estos sofás se pueden acomodar unas buenas palomitas y bebidas sobre sus soportes o incluso consumir unas exquisitas hamburguesas con patatas o un delicioso snack.
Para los adultos se habilitan filas de asientos menos irreverentes que permiten reclinarse y relajarnos durante la película sin perder de vista lo que hacen nuestros hijos más abajo. En estas salas los asientos son menos, pero se dispone de más espacio, consiguiendo una experiencia más personal e inmersiva a medida que nos acostumbramos. Porque cuando vamos al cine lo último que queremos es seguir estando encorsetados y alineados como si fuésemos números, al menos algunas personas piensan así, buscan la informalidad. Pero esta idea de ver el cine está cambiando, y no tiene nada que ver con las nuevas ideas que están implementando Cinesa y Yelmo Cines en algunas de sus salas.
No sabemos si el público disfrutará más de su entorno o de la película, porque a veces estos cambios son tan transformadores que no todos lo aceptan del mismo agrado. Normalmente cuando salimos de nuestra casa lo último que queremos es volver a ella o entrar en un lugar de ocio y sentir que no hemos salido de nuestro salón. La verdad es que se agradece algunos cambios innovadores en el cine para mayor comodidad, como por ejemplo las butacas para cines reclinables, bandejas para palomitas y bebidas o los elevadores infantiles para niños usados sobre las clásicas butacas de cine, porque pensemos que con este último accesorio su función es de utilizarlo en butacas más estrechas donde la visión entre espectadores es también más limitada que en los amplios sofás. Pero cuando se llega al extremo de banalizar tanto un espacio de ocio para asemejarlo a nuestro hogar, sinceramente, creemos que se pierde el encanto y la magia de ver una película. Un ejemplo un tanto extremo lo encontramos en la sala Hart de Nápoles donde se llega al extremo literal de optar por camas. Esta nueva tendencia emergente parece que se diversifica en distintas opciones, las cuales más extravagantes, lo que nos lleva a recordar aquellos pubs donde ya existía esta idea de pequeñas salas de cine con sofás y mesitas para ver unas películas en pareja.