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Cuando estamos tan sumergidos en la era digital como hoy en día, hemos llegamos al punto de que internet es el escenario global al que nos integramos todos, beneficiándonos de esa conexión inmediata con acceso a todo un mundo de información, pero pagando un precio cada vez que subimos nuestro telón, rompiendo así la cuarta pared que separa nuestra vida privada con la del resto de personas.

En realidad no somos conscientes de la información que exponemos cuando subimos datos a la nube o fotos a las redes sociales. Faraday es una obra de teatro que nos desvela los verdaderos y oscuros intereses que hay tras el telón de la economía digital. Esta impactante obra de teatro es una magistral recreación en forma de thriller futurista que rompe la cuarta pared de manera que los actores interactúan casi de forma inmersiva con el público a través de sus teléfonos móviles. Sus personajes se mueven entre traiciones, disparos y el robo de un invento que va a revolucionar internet por medio del acceso a cualquier tipo de foto de nuestras vidas.

Desde luego, nunca una obra de teatro fue tan realista y actual como Faraday que refleja o intenta reflejar la manera que tienen de ver el mundo los seres humanos. Además, con más fuerza en estos últimos años, busca modos (palabras, acciones, espacios, contactos…), nos ofrece pues la vida como si se tratase del Show de Truman, que es en definitiva en lo que nos estamos convirtiendo.

Hay una diferencia notable entre subirse a un escenario y exponerse, a subir nuestra vida con fotos y videos en las redes sociales, porque los actores solo interpretan y aprendemos lo que bebemos de esa cultura, pero muchas veces la vida de muchas personas cuentan historias que no tienen presente la racionalidad ni la mesura e incluso a veces es ficticia.

Si lo pensamos bien, a primera vista son las tendencias las que vislumbran y anticipan de manera más clara los temas, argumentos e ideas del nuevo teatro contemporáneo, ampliando horizontes y fronteras, rompiendo viejos paradigmas, más que la manera de representar o versionar esos temas. Aunque poco a poco y gracias a las nuevas tecnologías, las escenografías cobran mayor importancia, como son el caso de la obra de teatro Faraday con su argumentación tan cibernética o como por ejemplo la puesta en escena de la obra protagonizada por Josep María Pau en MOby Dick.

Buscamos pues pureza y un contacto con la realidad, frente a las relaciones virtuales que pueden llegar a ser engañosas y carentes de emoción. Por eso a veces merece pagar un precio más elevado por ver una de estas excelentes y magistrales obras de teatro que con tanto ingenio nos deja clavados en la butaca.