Si el cine ha caído en ventas de entradas, el teatro no se queda atrás, pues las nuevas generaciones influenciadas por las nuevas tecnologías de la información se han adaptado y acomodado a un mundo lleno de artificios, sobre todo orientado al consumo de lo rápido y fácil, de lo superfluo que proporcionan las redes sociales. Este hecho se da quizás porque las generaciones pasadas no han cuidado ni protegido el relevo generacional de pasadas décadas donde se potenciaba la cultura de lo físico. Así que puestos a buscar soluciones nos hemos puesto a buscar en internet para encontrar lo que el teatro ofrece como alternativa, la innovación escénica, que adopta una nueva performance contemporánea con el teatro inmersivo y efectos especiales. De esta manera se busca potenciar con el uso de las tecnologías las diferentes variables de la narrativa teatral para fomentar más el teatro. Ya no basta con un telón de teatro motorizado, un escenario 360º o la contratación de los actores más famosos del momento para atraer a un público cada vez más difícil de contentar.
En la actualidad se busca lo trasgresor, lo rompedor para que haga irrupción en un mundo cada vez más exigente que busca cambios muy rápidos, tan rápidos como la vida misma. Por eso nace en contraposición al cine y el mundo virtual de las redes sociales el teatro inmersivo. De la tecnología aplicada al teatro se pasa al teatro 3.0, donde el público vive en primera persona casi como si fuese un actor las vivencias de los personajes, el aquí y ahora, ¿es que acaso hay mayor espectáculo en vivo o virtual que pueda superar al teatro inmersivo, ni tan siquiera los chats tan vacuos y vacíos de las redes sociales que envilecen las ideas y pensamientos de los que lo consumen puede competir con una trepidante aventura, donde el público se adentra como en una película e incluso decide e influye en el devenir de la propia obra teatral.
El teatro alternativo se inicia como antesala al teatro espontáneo, con una cultura profesional y transgresora, que necesita diferenciarse de la cultura escénica canónica. Una manera de dar salida a los jóvenes actores que quieren hacerse oír. Con la participación del público en una obra de teatro alternativo, se pretende cambiar paradigmas del teatro clásico, incitar al público para que indague, reflexione y piense sobre el día a día que vive, se pretende así que las personas sean más conscientes de su vida y aprendan a reconocer e interpretar emociones, que a la postre son las que nos diferencian. Podríamos decir que al consumir este tipo de teatro es como beberse un estupendo batido de frutas naturales recién cogidos de la huerta, en lugar de quienes van a ver el tradicional teatro comercial que son los que suelen beberse una Coca-cola en un chiringuito cualquiera, sin pararse a disfrutar sabor alguno.
La provocación que quiere ejercer el teatro espontáneo en un espacio inmersivo es con el objeto de lograr que las emociones fluyan, la de conseguir que el público participe en grupo creando sus propias historias en un psicodrama que ayuda a entender y a mejorar los aspectos intrapsíquicos de quienes se exponen en un reality de esta naturaleza, en definitiva sirve como catarsis, estimulando la espontaneidad y la creatividad que es inherente a todo ser humano como fuente de salud psíquica y física. Así fue como Jacob Leby Moreno, pionero de la Psicología Social creó esta forma de hacer teatro en grupo como terapia cultural. Tenemos pues la necesidad imperiosa de recuperar el sentido de pertenencia, los valores culturales y el desarrollo humano que se han visto socavados por tanta tecnología, provocando una diastrofia mental a la hora de comprender las imágenes y conceptos sociales, provocando un impacto negativo en las relaciones humanas.