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De regreso a Madrid Korflip viajó con Tom y los padres de éste en un coche alquilado, el pequeño koala tuvo que permanecer sentado en un elevador infantil durante todo el viaje por seguridad. Durante el camino pararon varias veces a descansar y cada vez que Korflip se bajaba era en centro de atracción en todas las estaciones de servicio por donde paraban. Todos los niños lo miraban y festejaban la presencia de este singular personaje tan simpático, fotos y selfies eran una constante hasta el punto de que antes de llegar a Madrid ya en las redes sociales los usuarios de Facebook y Twitter ya se hacían eco de la presencia del pequeño koala en España. A eso de las cuatro de la tarde llegaron por fin al domicilio donde vivía Tom y Korflip con su característica sorisa apaciguada iba sorprendiéndose cada vez más del mundo que le rodeaba y de las posibilidades que tenía por delante para seguir aprendiendo cosas nuevas. A la mañana siguiente como era Domingo, Petter y Caroline los padres de Tom decidieron pasar el día en el parque de atracciones de la Warner de Madrid en compañía de Korflip para olvidar un poco el mal trago que pasaron en aquel accidentado viaje en barco y así pasar página celebrándolo por todo lo alto en un lugar como aquél lleno de atracciones infantiles.

Tomo sujetó a Korflip y se lo encaramó a sus hombros mientras entraban en el recinto ferial, no tardaron en llegar al sector donde estaban las atracciones para niños cuando Korflip quedó maravillado ante semejantes artilugios, donde niños y padres se elevaban por los aires. El hecho de elevarse era ya casi una obsesión para Korflip, sobre todo después de la experiencia milagrosa y mágica que tuvo con los elevadores infantiles en el barco. Llegaron a la atracción «el correo aéreo», que consistía en dos plataformas con forma de avión que subían y bajaban dando vueltas, niños y niñas se subían y no paraban de reír al mismo tiempo que disfrutaban de aquellos elevadores tan divertidos.

Como llegaron las doce de la mañana a Tom le empezó a entrar hambre y todos fueron a comerse unos helados, incluyendo Korflip quien sin dejar de mirar aquellos manjares, fijó su mirada en aquellos gofres con miel, los niños y niñas miraban sorprendidos de cómo aquel pequeño koala se comía aquel gofre con miel en un abrir y cerrar de ojos. Así que con la andorga bien llena decidieron hacer el recorrido del Cine Tour, en donde familias al completo se subían en unos cochecitos que circulaban por unos rieles y daban una vuelta por diferentes lugares recreando las temáticas de Hollywood. Tom explicaba a Korflip lo que significaban aquellos lugares relacionados con el cine americano y de los personajes de ficción que participaban en todas aquellas aventuras.

Tras unas horas de ir y venir de un lado para otro, empezaron a sentirse cansados y vieron un cartel que anunciaba la exhibición de una película en el Teatro Hollywood, un auditorio con múltiples posibilidades donde se proyectaban películas en una pantalla gigante y con capacidad para 450 personas. Korflip al entrar en aquella sala lo asoció rápidamente a las imágenes que vio en el reproductor que se encontró en la isla, lo que levantó aún más su expectación al ver todas aquellas butacas y sobre todo aquella enorme pantalla. Como la sala estaba casi llena tuvieron que sentarse en las últimas filas de detrás, por lo que Korflip por su baja estatura no podía ver desde su posición en la butaca, así que Tom miró al lado de la entrada unos alzadores infantiles rojos. -Vaya!, como no!- exclamó Tom, tenían que ser los mismos elevadores infantiles que aquél que encontraron en la isla, -pues sí que son famosos estos alzadores!- volvió a exclamar Tom. Cogió uno y lo puso sobre el asiento de la butaca para que Korflip se elevase a una altura lo suficientemente adecuada para que pudiese ver la película. Korflip quedó encantado y al apagarse las luces sus pequeños ojitos parecían dos luciérnagas al comenzar la proyección.

La catarsis que iba produciendo la película en Korflip se podía percibir al alrededor de él de forma natural, como si fuese un niño más, dándole luz y respuestas a aquellas preguntas que no paraba de hacerse sobre aquél maravilloso invento, el cine, ficción representada sobre una pantalla pero que él interpretaba como una ventana mágica donde sus personajes les parecían a él tan reales como la vida misma. Aquella experiencia hizo que Korflip pudiera gestionar sus temores y ansiedades de manera más positiva, entendiendo mejor los valores humanos que se desprendían de los diálogos y escenas, acrecentando aún más su pasión, ilusión e imaginación por aquél medio de difusión.

Al acabar la sesión, todo el mundo iba desalojando el patio de butacas de aquél teatro auditorio, pasando con un carrito un acomodador que iba recogiendo y apilando los alzadores infantiles que dejaban los más pequeños en los asientos de las butacas, quedando todo el cine perfectamente recogido. Petter que se dedicaba a la industria del plástico y acostumbrado a mantener un orden y limpieza en su lugar de trabajo, quedó encantado con la gestión que hacían de aquel lugar, donde quedaba todo perfectamente limpio y ordenado.

Después de la haber viso la película infantil, todos fueron a comer a uno de los restaurantes del parque, satisfechos se dirigieron a la salida para regresar a casa y descansar el resto del día. Pero a la salida unos guardias esperaban a la familia y les hicieron unas preguntas acerca de Korflip. Los padres de Tom, explicaron a los guardias lo que había sucedido y de cómo se encontraron al pequeño koala. Ellos eran conscientes de que se estaban haciendo cargo de un marsupial que se había declarado como especie en peligro de extinción y de su obligación de entregarlo al zoológico de Madrid para que fuera atendido convenientemente. Después de una hora de conversación y explicaciones, les entregaron un documento donde recibieron las instrucciones precisas para que Korflip fuera entregado al zoológico de Madrid. Así de esta manera Tom comenzó a llorar desconsolado, porque no quería separarse de su querido amiguito, de manera que de vuelta a casa y durante el resto del día los padres de Tom conversaron sobre el futuro de Korflip, quedando para el lunes siguiente en suspenso qué iban a hacer.