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Tras abandonar la isla gracias a aquel carguero, a Korflip y Tom les esperaba un largo viaje de travesía por el océano hasta llegar a su destino. En aquel gran barco fueron atendidos muy cariñosamente desde el primer momento, les asignaron un camarote con dos pequeñas camas y les acompañaron hasta el comedor del barco para darles una pantagruélica comida llena de frutas y manjares nunca vistos. El comandante del barco Petter se sentó junto a ellos e invitó a Tom y Korflip a que comieran y disfrutaran de aquella cena. Korflip no hablaba o al menos los sonidos que emitía solo los entendía Tom, sólo él comprendía su lenguaje, de manera que para el comandante del barco y el resto de la tripulación aquél pequeño koala era como una pequeña y simpática mascota más. Ambos comían a velocidad de vértigo, incluso Korflip que a pesar de su condición física que todos podemos adivinar, agarraba los alimentos con una agilidad asombrosa, de hecho el comandante y la tripulación se quedaban estupefactos ante la energía con que aquél pequeño koala comía.

Tras estar tres horas comiendo ambos se retiraron a su camarote para dormir y descansar, el médico del barco no observó durante las primeras horas tras el rescate que estuvieran enfermos o que necesitasen atención médica, por lo que decidió no examinarlos más allá de una revisión superficial, ambos se encontraban bien y con un aspecto saludable. Al llegar a su camarote se encontraron algunos objetos y pertenencias que se llevaron de la isla, entre las que se encontraba una linterna, un pequeño reproductor audiovisual y un alzador infantil para butacas. Korflip se quedó mirando a aquel asiento rojo y mientras era arropado por Tom en su cama, sus ojos fueron cerrándose poco a poco hasta quedar completamente dormido, al igual que Tom. En un profundo sueño Korflip comenzó a soñar, de repente y con una imagen rodeada de una ligera niebla, vio cómo aquel alzador se dividía en dos y se volvían más pequeños. Korflip pensaba que aquello era producto de su imaginación, pero era tan real que decidió levantarse de la cama y acercarse ante aquel hecho tan extraño. Se dio cuenta que el alzador que en primer lugar era de de aquellas dimensiones más grandes, quedaron reducidas al tamaño de sus pies, o al menos eso fue lo que observó cuando se le ocurrió subirse sobre aquellos alzadores. Al hacer contacto sus pequeños pies con los alzadores notó como estos empezaron a brillar y entonces ocurrió algo impensable, comenzó a elevarse unos centímetros del suelo. Korflip no sabía que hacer ante semejante milagro y tras unos segundos suspendido en el aire se asustó y cayó al suelo, entonces aquellos alzadores volvieron a unirse para tomar de nuevo su forma original.

El alzador infantil para butacas que mejor te eleva en el cine
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Pasaron las horas y llegó la mañana, Tom se despertó y vio que Korflip seguía dormido, a los cinco minutos de abrir la puerta de su camarote, percibió un agradable olor que provenía de la cocina del barco, ello hizo que Korflip se despertase también. Mientras se dirigían ambos hacia el comerdor, Korflip contó a Tom lo que había soñado, entonces Tom le dijo que a veces los sueños se hacían realidad si se deseaban con mucha fuerza.

Todo transcurría con cierta normalidad, tanto Tom como Korflip pasaban los primeros días en el barco esperando a que llegasen a puerto y fueran atendidos, pues de los padres de Tom no se sabía nada y esa situación lo tenía intranquilo. De hecho todos los días se acercaba Tom al comandante del barco a preguntarle si conocía alguna noticia de los supervivientes del naufragio del barco donde él iba. Petter el comandante le decía que los guardacostas estaban buscando en la zona del naufragio y que ya estaban localizados muchos pasajeros, pero que faltaban por identificarlos. En esa espera Tom se comía las uñas nervioso y Petter le dijo a su oficial Alan que se lo llevase hasta cubierta para que le enseñase el barco y así pudieran jugar con una pelota, ya que en cubierta disponían de un área para que los tripulantes del barco pudieran hacer deporte.

Tom se divertía con la pelota y se la lanzaba a Korflip, así estuvieron un buen rato solos con la compañía de Alan el oficial de abordo. Como hacía un día soleado y la mar estaba tranquila, Alan decidió dejar a Tom jugar un rato más junto a Korflip, mientras se fue un momento a realizar algunos chequeos rutinarios propios de su trabajo en el buque. El buque donde viajaban disponía de una barandilla de considerable altura para el tamaño de ellos, pero en un lance del juego Tom se apoyó en uno de los saltos que daba sobre una pequeña plataforma elevada para poder atrapar la pelota que le devolvió Korflip y que adivinaba por su trayectoria salir despedida por la borda del barco. Cuando Tom saltó por el aire, Korflip no podía creer lo que estaba viendo, en un instante vió el peligro y con una fuerza que no se sabe de donde sacó consiguió sujetar de la camiseta a Tom para devolverlo a bordo ante el peligro de que su amigo cayera al mar. Tom agitado en el suelo, sorprendido y nervioso elevó su mirada hacia arriba y vio a Korflip suspendido en el aire gracias a dos alzadores infantiles que se adaptaban por su tamaño a los pies de su pequeño amiguito. No podía creer lo que estaba viendo y Korflip tras unos segundos reaccionó exclamando, -¡puedo volar!-, ¡mírame Tom!, -¡ja,ja,ja!-. Tom se quedó perplejo y no entendía cómo un alzador infantil que se usa en los cines se pudo dividir en dos más pequeños y pudieran hacer que Korflip se elevase del suelo de forma milagrosa.

En cuanto Korflip se relajó aquellos pequeños alzadores recuperaron su forma unitaria original quedando el alzador sobre la cubierta del barco. Tom se levantó y examinó con sus propias manos las maravillas de aquel asiento de plástico que aparentemente solo servía para que los niños en cualquier cine pudieran usarlo sobre una butaca y pudieran ver desde una posición más elevada su película favorita. Tom ante semejante artilugio decidió que debía protegerlo y conservarlo sin que nadie se enterase, incluso de vuelta al camarote del barco Tom intentó subirse al alzador para probarlo, pero no sucedía nada. Entonces comprendió que a lo mejor solo funcionaba cuando Korflip concentraba tanto sus deseos y sueños, haciendo de aquel alzador un objeto tan especial consiguiera elevarse.

Fue al día siguiente cuando llegaron hasta el golfo de Cádiz en la desembocadura del río Guadalquivir y remontando el curso del río llegaron al puerto de Sevilla, donde esperaban los padres de Tom sanos y salvos. Con gran alegría se abrazaron los padres a Tom que con una mano agarraba el alzador y una bolsa con otras pertenencias. A su espalda encaramado Korflip observaba la escena recibiendo también las caricias de los padres de Tom. Durante un buen rato estuvieron hablando de lo que habían vivido y al final quedó todo en un susto, reían y no paraban de abrazarse. Como el día invitaba a pasear y eran las once de la mañana, decidieron pasear por el centro de Sevilla, pasando por el Real Alcázar y otros lugares de relevancia histórica de la gran ciudad hispalense. Durante el paseo todo el mundo se quedaba mirando al pequeño koala que iba subido a los hombros de Tom, en ocasiones hasta otros niños se acercaban para hacerse fotos junto a ellos. Como Tom no llevaba más que una muda de ropa, su madre Caroline decidió pasarse por algunas tiendas de textiles y comprarle un par de pantalones y camisetas, así y tras varias compras acabaron el día regresando al hotel donde las autoridades portuarias les habían ofrecido para que pudiesen descansar. Pasaron la noche en Sevilla y volvieron a Madrid, lugar donde vivía Tom con su familia, afortunadamente Korflip el pequeño koala se quedó con Tom, pero le advirtieron las autoridades de que tenía que llevarlo a un centro especial para animales protegidos en cuanto llegase a Madrid. Tom y sus padres fueron hablando del asunto de vuelta a casa un poco preocupados, porque aquel simpático koala resultaba ya ser para ellos como uno más de su propia familia, sobre todo después de haber vuelto a reunirse tras el naufragio. Korflip era como el nexo de unión que les devolvió a la vida y a reunirlos de nuevo a salvo a Tom y su familia. La vuelta a casa de Tom junto a Korflip prometía nuevos sucesos un tanto inciertos que no podrás perderte en nuestra próxima entrega. ¿qué sucederá con Korflip?, ¿tendrá que ser entregado a un centro de protección para animales protegidos?.