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Hemos visitado el Teatro Coliseum de Madrid para valorar sus diferentes características, tanto en el plano del confort, accesibilidad, visibilidad desde las butacas, seguridad, etc… Teniendo en cuenta que cuenta con 1.400 asientos, podríamos pensar que el público más alejado podría tener dificultades para ver el desarrollo de una obra de teatro o musical, nada más lejos de la realidad.

Hemos podido asistir a conciertos y musicales, pudiendo ver y oír sin problemas, con un sonido espectacular, sentados en la fila 20, con una visibilidad más que buena, diríamos que excelente. Nos pudimos percatar de la amplitud de su escenario, por lo que los cambios de escenografía eran grandiosos y daban mucho juego.

Seguramente sea uno de los más antiguos ya que lleva abierto casi 80 años y ha pasado en las últimas décadas de cine a teatro en distintas etapas de su andadura, hasta que en el año 2000 fue de nuevo teatro y comenzó a tener representaciones muy importantes como grandes musicales. Se pude considerar con un notable alto como un teatro muy cómodo, con buenas instalaciones y que hace lo posible por tener en cartel a los mejores artistas.

Desde su última restauración que se hizo en el año 2017, tras estar cerrado dos años, se han podido restaurar las butacas con terciopelo rojo, con una disposición muy vertical, las vistas son impresionantes. En nuestra visita hemos podido apreciar que para las personas que somos altas tenemos cierta incomodidad por la estrechez entre las filas de asientos de la parte alta. En los palcos se pueden apreciar las cornisas salientes en semicírculos, desde donde se pueden disfrutar de unas vistas privilegiadas del escenario. Todos sus accesos están vestidos con hermosas cortinas rojas de una excelsa caída que van a juego con la moqueta y el color de las butacas.

Este teatro es una arquitectura icónica de Madrid de principios de siglo, era un diamante en bruto el cual se le ha dado el brillo que le faltaba, es un teatro cálido porque cuando entramos, es como si nos sintiéramos en casa, resaltando especialmente los elementos decorativos, como las vidrieras – obra de Maumejean sobre bocetos de Muguruza-, las pinturas alegóricas de Castilla y Valencia en la sala y el vestíbulo – obra de Fontanals.